Sentí el roce de tus manos en mi piel, tu respiración en mi cuello y la tibieza de tu cuerpo junto al mío.
El deseo llenó mi corazón, y mi alma se disponía a entregársete…entonces desperté.
Mi primer impulso fue buscarte al no hallarte sentí deseos de llamarte, tomar el teléfono marcar, escuchar tu voz. Esa voz que tanto me tranquiliza, que aún despierta me hace soñar. Luego recordé que no había a quien llamar…recordé que no hay a quien buscar, ni a quien escuchar. Me di cuenta (viendo el vacío junto a mi) que todo había sido solo un sueño y que tú no eras real.

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