AIRE PARA RESPIRAR



Sentose en lo que creyó era el medio del bosque. Cruzó sus piernas, respiró profundo, cerró los ojos. Entonces con sus pulmones llenos de oxígeno, sonrió.
Tenia quince años la primera vez que pisó ese suelo, en que sintió ese perfume penetrante que emanaba de las hojas de los eucaliptos. Le gustaba pensar que los duendes y hadas habitantes de ese lugar se acercaban a ella, si no los veía. Hacía silencio, trataba casi de no respirar, sus oídos se abrían por completo. Así lograba escuchar el sonido de esa ave que cantaba a lo lejos, el ruido que producía una rama, movida seguramente por el viento (pero a ella le gustaba pensar que eran los duendes que se acercaban sigilosamente). Luego los árboles, que emitían esa música de antaño, le parecía un sonido diferente y a la vez tan familiar. Como si esa melodía hubiera estado en su mente toda su vida. Frunció el seño, su corazón le decía que si la conocía, pero su mente se negaba a recordarla. Sonrió, no importaba, le gustaba como sonaba y sobre todo como la hacía sentir.
Bajó su mano derecha que se encontraba sobre su rodilla. Acarició la tierra, se sentía fría, húmeda, pero inmensamente agradable. Tomó un puñado, y mientras cerraba poco a poco sus puños jugaba con ella. (En realidad era más arena que tierra) luego la acarició con más suavidad y dejó que se le fuera escurriendo de entre los dedos. Eso por raro que parezca, la llenó de una serena tranquilidad. Sus ojos continuaron cerrados, y aunque el frío de la tierra ya penetraba sus ropas, no se levantaba ni abría sus ojos. Por el contrario, intentaba, ver más allá, aún más. Salió de sí, y pudo verse como alguien que lograba volar. Subió hasta las copas de los árboles y sobre voló todo el bosque. Pudo observar más allá de la ruta y llego hasta un pueblo. Veía a los niños en sus calles creando juegos, inventando historias, haciendo travesuras y riendo, ajenos por completo a su presencia. Se detuvo en una plazoleta, una pareja llamó su atención. Los veía tomados de las manos, de vez en vez él acariciaba el cabello de la chica. Ella lo miraba con tanta dulzura, que se sintió estremecer de solo observarla. Evidentemente era una pareja que se amaba de verdad.
- intento olvidarte- escuchó decirle a él.
- aún te amo dijo ella.- y ambos lloraron. Fue cuando él se puso de pie.
- Eres mi sueño.- sonó la voz masculina…y lo vio alejarse.
Pensó que la chica haría algo por detenerlo, pero no fue así. Solo se quedó inmóvil. La observó un momento. Pero nada cambió en ella. El hombre tan solo se alejó de una manera que ella interpretó como cobarde. Y la joven, solo se conformó. Finalmente el viento la alejó de allí.
Llegó a la ventana de una habitación…un hombre sentado en penumbras, junto al monitor de una computadora…mientras se escuchaba la letra de una canción sonar a lo lejos “Desde cuando te estaré esperando. Desde cuando estoy buscando”…y escribía. Intento acercarse y ver con claridad que es lo que decía la nota, observó el monitor. Luego al joven. “fue bello coincidir contigo…mi dulce amor…en otra vida en otro tiempo…quizá”… Y con un golpe, bajó la tapa de la pc, y entonces ella ya no pudo leer más. ¿Qué significaba eso? ¿Se despedía de un amor?
“Te he buscado en un millón de auroras. Y ninguna me enamora como tú sabes”…y la música continuaba sonando.
Esta vez la tristeza la lleno por completo. ¿ Es qué acaso ya no existe un amor que dure una vida? ni siquiera decía para siempre. O que las almas gemelas, permanecieran unidas a pesar de las adversidades. Deseaba llorar. El dolor en su pecho era intenso, pero las lágrimas no nacían en ella. Su lágrimar parecía seco y era tanto lo que sentía en ese momento y no conseguía expresarlo. Miraba ese cielo que casi podía acariciar. Y pensó que tal vez no encontraría quien mirara con sus ojos, ni sintiera con su piel. Que tal vez no valía la pena esperar ese amor, que al parecer crecía en ella, sin saber a quien pertenecía, su alma se expandía, su mente crecía, su ser se llenaba de incertidumbres.
Regreso por el pueblo, luego por la ruta, bajó por los árboles y llego a su cuerpo.
Una lágrima mojaba su mejilla. Poco a poco abrió sus ojos. La luna inundaba todo el lugar. Parecía que el bosque había formado un círculo en rededor de ella. No lo había notado antes, pero ahora podía hacerlo. Un círculo perfecto, conformado por los árboles que la rodeaban. “Tal vez me protegen” pensó.
Se puso de pie, sacudió sus ropas. Miró a su alrededor. Las hadas y los duendes habían desaparecido. Ya no tenía quince años, pero aún se sentía majestuoso poder interactuar con esa vibrante naturaleza que la vio crecer. Todo era nuevo. Habían pasado tan solo un par de horas, desde que llegó a ese sitio, pero todo estaba mas claro en ella. Había estado ciega. Querer implica coraje, la pasión nos da la fuerza para continuar, y el miedo es bueno, pero solo por un breve tiempo, y si nos vuelve alertas, no si nos deja inmóviles. Supo que lo que halló lo que estaba buscando y esperando y comprendió que aunque la vida se nos hace cuesta arriba, el pasado no siempre es malo, suele ser el mejor de todos los maestros. Así lo estaba razonando. Y aunque en cada uno de sus amores había dejado un trozo de su corazón. Sabía que de todos ellos y por lo que le habían dado (bueno o malo mucho o poco) era ahora, mas sabia.
Comenzó ha avanzar por el camino, la oscuridad a medida que se alejaba del circulo era mayor. Los rayos de luna que lograban escabullirse por entre las ramas de los árboles danzaban a su alrededor, mezclándose como cómplices estratagemas con el brillar de las estrellas. El sendero finalmente la dejo frente a la puerta de una casa, las luces estaban encendidas.
Antes de entrar, miro hacía atrás, hacia el camino que había dejado. Y comprendía en ese instante que ya no era la misma, que aquella que había marchado al bosque unas horas atrás, había dejado de existir. Ésta, aún esperaba, aún soñaba, aún (a pesar del dolor) estaba dispuesta a amar. Como la primera vez, como una única vez. Dando la vida en cada “te quiero”…esperando, aunque todo lo demás fallara…sonrió…la luna era tan brillante esa noche. ¡Y ella la veía en forma tan clara!

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