El tiempo avanza mientras permanezco inmóvil. Noches
negras que son invadidas por marañas de sensaciones y sentimientos que
atormentan a su creador.¿Qué se puede hacer si las campanas no dejan de sonar? Y descubro que cuando se apaga el sol, se enciende la luna, comienzan a nacer nuevas
estrellas en tanto que otras…dejan de ser. Criaturas imaginarias que colman el
mundo que suele aparecer de la nada, en todas partes. Abarcando por completo
con el caos, esperando que todo se sosiegue o simplemente, se acomode de la mejor manera. Torbellinos
que elevan el ser hasta donde nadie logra llegar, donde se quema el alma
consumiendo todo en ella. Cambiar de opinión cuando al parecer las cosas que
veo se mantienen en pie, para comprobar, que nada permanece jamás del mismo modo. Tiempo pragmático que consume el universo. Las
emocionen confunden, dañan, hieren, lastiman, destruyen lo perfecto. Solo un minuto y un nuevo día comienza, los razonamientos se
agolpan en mi cerebro y no me permiten respirar. Todos tenemos a alguien de quien
cuidar, a quien proteger. ¿Pero quién nos protege a nosotros? La retórica de
alguien cuya voz no se ha escuchado, se pierde en el vacío y mure junto con la
flor que se marchita. Renacerá, cada veintidós días tal y como solemos soñarlo.
Solo para descubrir que cumplimos órdenes de quien no vemos, ni comprendemos. Continuamos avanzando por el camino que alguien más marcó pero cuyo recorrido
no queremos realizar. Quitamos poco a poco lo que nos invade nos restauramos en
aguas cristalinas, las que reflejan un espíritu colmado de luz y oscuridad,
ambas luchando por vivir, por crecer y multiplicarse. Permanezco a solas con
ellas, no soy hecha de dicha, pero de mí depende quien gane. Quédate de pie, que
estoy a tu lado. Ven... peleemos ésta batalla juntos.
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