NUESTROS DESTINOS

Dicen que querer y amar no es lo mismo…que se puede querer sin amar. Pero que no se puede amar sin querer.
Parecen palabras de situaciones casi irreales. Paradojas de un juego que pocos saben jugar y aún menos son los que resultan airosos… ese juego llamado “amor”.
A muchos nos adoran a muchos queremos… pero amar…ese sentimiento que nace desde el alma o desde la boca del estomago jaja (no estoy segura). Ese que nos quita el sueño, el hambre nos inunda de dicha, de paz, de inseguridad y de una hermosa locura. Ese es único mágico… y creo por lo que dicen. Pasa solo una vez. Me cuesta comprender a quienes dicen que han amado más de una persona. Aunque, ¿cuántas formas de amar hay? Amamos a un hermano, y no del mismo modo a una pareja o a un amigo. Así que viéndolo de ese modo podemos amar a muchas personas, de distintas maneras. Pero no se confundan hablo del amor que se siente por la otra mitad, por el cuerpo que hace vibrar al tuyo por la boca que hace que se seque tu boca y las caricias que queman tu piel. Ese amor creo pasa solo una vez. ¿Qué creen? Pero quien sabe, tal vez sea cierto. Y si se puede amar más de una vez, de distintas maneras claro. Pero más de una. Hasta que no me demuestren lo contrario sigo con mi teoría de que AMAR, nace solo una vez dentro de cada quien. Se lo alimenta y tal vez crezca fuerte, sano, hermoso o tal vez. Se olviden de él y lo dejen morir de dolor.
Bueno acepto otras teorías…como siempre gente sean felices y gracias por coincidir…Marisol A.





¿Por qué nos vuelve locos el amor?
Pensaba en sus palabras, mientras caminaba.
En los “te quiero”, mientras cerraba sus ojos para así controlarse y no decirle “te amo”.
¿Cuántas veces le había pasado? ¡jaja! Y escucho su risa antes de lograr contenerla. Miró hacía un lado luego a otro, creyó que alguien la había escucharlo. Pero no. Al parecer nadie había visto su loco comportamiento (bueno el normal para ella) el que nadie estuviera observándola le dio permiso para sonreír aún más.
Por supuesto no se encontraban muchas personas a esas horas de la noche y menos un lunes. De seguro habría quienes saldrían a pasear los viernes y los sábados estaban llenas de parejas caminando tomados de la mano o niños a los cuales se les permitía quedarse hasta tarde andando de una esquina a otra en bicicleta, niños que se sentían adultos y adultos que mirándolos deseaban ser niños una vez mas.
Pero esta noche no.
Caminaba; la cartera colgando de su lado derecho, ambas manos en los bolsillos de saco. Caminaba erguida, con su vista al frente pero sin ver en realidad. Caminar la ayudaban a poner en orden sus pensamientos.
La noche era sumamente calma, y no lograba quitar su imagen de niño bueno que llevaba constantemente en su mente. Y como si fuera poco cada maldita cosa se lo recordaba.
Cada estrella que al levantar la vista veía (a las cuales en ese momento miró con cierto desdén estaba segura que se burlaban de ella), cada noche como ésta que habían compartido juntos, miró a su alrededor.- ¡si!- dijo en voz alta y apretó sus labios. -Cada plaza- y continúo enumerando en sus pensamientos. Nuevamente levantó la vista intentando salir de ellos. No. No lo lograba. “cada luna”, se dijo sin pronunciar palabra y suspiró muy hondo.- cada bocanada de aire- ahora sí se escuchó su voz.
El viento comenzaba a soplar pero no apresuró su paso por el contrario se detuvo en el centro de la palaza. Buscó un asiento, que le diera una buena vista del paisaje. Y que le permitiera seguir pensando. ¿Pensar? Tenía que maldecir en realidad sintió que el hallarlo había sido una burla del destino. El reconocer en él al ser de sus sueños, volar con su imaginación, reír con su locura, temer su ausencia, rozar su piel, sentir su perfume…amarlo.
Amarlo loca y desesperadamente. Solo para comprender que jamás le correspondería. De un solo movimiento llevó su mano derecha hasta su corazón. Sintió en éste un golpe que la obligó ha hacerlo. El pensarlo, el amarlo así le causaba un profundo dolor. El frío de una lágrima le enseño el recorrido que esta llevaba por su mejilla antes de perderse con el viento.
La suerte no había estado jamás a su favor, es esto que suelen llamar vida.
No había elegido casi nada de lo que le toco vivir. Había tomado, lo que simplemente reimpusieron hacía lo que le salía como mejor le salía. Ninguno de sus sueños se había hecho realidad y a casi todos los había dejado atrás hace mucho tiempo.
Pero aún había uno, único constante, firme, fuerte. Él, en cada una de las caras con las que se cruzaba en la calle. Intentando reconocerlo en cada voz que le hablaba, encontrarlo en los gestos de alguien más. Pero solo él, estaba en sus sueños desde siempre. Y no comprendía como podía ser tan cruel con ella el destino, la suerte o como quieran llamarlo. Encontrarlo por fin, reconocerlo, sentir sin duda alguna que era el hombre que había conocido en sus sueños. Y sonreírle, intentando decirle con la mirada…- “amor, soy yo…mírame, debí haber estado en alguno de tus sueños. Como vos has estado en cada uno de los míos.”
Y el dolor intenso que causó el no sentirse reconocida. Saber que ahora; que lo que ella sentía que debía ser, no lo sería jamás.
Que tal vez alguien escribió su vida así. Que amara a quien amaba a alguien más. Y ella que aún continuaba soñando con sus caricias, con su calor. Ahora sabía no solo que estaba por ahí. Sino que finalmente había llegado hasta él…pero que jamás estaría entre sus brazos.
Lo escuchaba hablar de su amor, de cuanto la amaba y de lo feliz que ella lo hacía. La joven reía cuando lo que en realidad quería era llorar. Maldita la vida, él amaba a otra y ella se desgarraba por dentro.
Se descubría con ternura en su mirada, lloraba con sus tristezas, reía con sus alegrías, volaba en sus sueños. Pero sus besos, sus caricias sus palabras de amor, su calor por las noches, eso…es le pertenecía a otra. Y con otra era con quien compartía los sueños de almohada. Ella solo le robaba momentos…la bocina de un automóvil la abstrajo de todo aquello. Miró para todos lados por un segundo no supo donde se encontraba. Busco algo que le resultara familiar.
Fue cuando vio esa fuente por la que pasaba todos los días.
Llevó su cabeza hacia delante y escondió su rostro entre sus manos. Deseaba llorar, pero la rabia no la dejaba.
Él la quería… “maldita sea”- la voz se escucho con toda la furia y dolor contenido… “lo amo”- dijo luego como un susurro casi imperceptible.
¿Cómo arrancar ese sentimiento de su corazón?
Temía que su alma la traicionara y quedar así un día descubierta ante sus ojos. Así que había pensado en alejarse por completo, pero no lo lograba.
“El amor no es egoísta”.
Estúpida frase pensó. ¿Por qué no?
Suspiró nuevamente.
Es que simplemente él, ya había encontrado a quien estaba en sus sueños y no era ella.
Las hojas crujiendo debajo de sus pies, la hicieron darse cuenta que el otoño había llegado. Continuó pisándolas una y otra vez.
¿Por qué no se podía cambiar de corazón como los árboles de hojas?
Es que todo era confusión, el dolor y el placer de amarlo. Es que hacerlo la hacía sentirse bien aunque supiera que ella no sería para él. El amor que sentía la inundaba de paz y la colmaba de dicha.
Se puso de pie, debía continuar.
Sacudió un par de hojas que habían caído sobre su cabeza.
Comenzó a caminar nuevamente. Sonó su telé fono. Era él.- ¡Hola amigo!... ¿Cómo estas? …justo pensaba en vos…- decía mientras dejaba atrás la plaza y sonreía.

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