Mi Mariposa


No te alejes niña de mis ojos.
Escucha hoy y mañana el canto que te arrulla.
Son los latidos de mi corazón queriendo percibir tu voz.
¡Si supieras que durante siglos te he esperado y aún te amo!
No estas sujetando mis manos pero te amo.
Como ayer, aún hoy y sé que lo haré mañana.
Un nuevo amanecer no marchita lo que una vez nació.
Eres la flor de mi retoño, el amor que nació en mí y continuará en ti.
Eres la muestra de que exquisto.
De que he sido real.
Me dueles y eres polvo de estrella que apenas ha comenzado a palpitar.
Me dueles y apenas han comenzado tus movimientos de mariposa a cambiar el destino.




No te pierdas alma mía.
No viajes a la oscuridad.
Permanece a mi vera, junto a los latidos de mi corazón.
Deja que rescate un segundo de tu aliento y permanece prendido en mi flor.
Néctar de amor es tu voz, esa que ya no escucharé,
abrazos tiernos en los cuales muero.
Y el vientre vacío que ya no crecerá.
Convergen así, el dolor y el amor
De forma indomable e empírica, la soledad y el alma navegaran eternamente.
Pétalos de rosas marchitas que hoy caen bajo la luz de la luna
en un colchón que las olas mecen.
Y te vas. Otra vez te vas.


Amy...



Y lloro tus lágrimas.
Esas que la tumba secó.
Dejó de latir tu voz, pero late aún más fuerte tu corazón.
¿Por qué te dejaste morir si eras un ser de gran valor?
No quisiste continuar, no con tanto dolor, no con  tanto desamor.
¿Acaso no sabías que eras un ser de gran valor?
¡No pudiste soportar que él te dijera adiós y tan solo te marchaste!
¿Acaso era imposible que cohabitaran en tu cuerpo el dolor y tu alma?
Te convertiste en tiempo, en melodía, en sueño de estrellas.
Te convertiste en leyenda, en esas estrellas que sueñan con ser tú.
Y tú sin saber que eres un ser, de gran valor.