Extrañar es nada… en comparación a lo que siento. Se ahogan las lágrimas nacidas de la melancolía, surgidas del olvido que no alcanzo.
Artilugios de la mente que no consigue dejar en el tintero tu nombre, y quimeras que mi alma no ha logrado conquistar.
Amor carente de sombra y colmado de dolor.
Nacer de la apariencia, llenarme de ti, para quedarme otra vez en el vacío del universo que se expande, sin tu pasión.
Te olvidas de mí, de lo que te di. Mientras que mis labios no logran arrancarse tus besos, ni mi piel consigue apagar el deseo que le inspira tu ser.
El tiempo es inexistente, los segundos eternos ninguna invención sana la herida de no tenerte. ¿Por qué te dije adiós, si solo anhelo permanecer en ese nido que son tus brazos?
Atrapada en los ensueños donde eres feliz, donde nada es absurdo (aunque todo parezca serlo) me quedo en tu amor.
Y lograr así ser “una”, con la gota que cae por tus mejillas, ofrenda que exige Hados por cruzarme en tu final.
Ilusiones que comienzan de lo casual, pactando lo que se cree eterno. Tan solo para descubrir que a pesar del silencio que desgarra las voces del corazón, “hoy también”. Podemos permanecer sin hablar y diciéndonos todo
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ResponderEliminarUn texto precioso Marisol, como siempre.
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