Y lloro tus lágrimas.
Esas que la tumba secó.
Dejó de latir tu voz, pero late aún más fuerte tu
corazón.
¿Por qué te dejaste morir si eras un ser de gran valor?
No quisiste continuar, no con tanto dolor, no con tanto desamor.
¿Acaso no sabías que eras un ser de gran valor?
¡No pudiste soportar que él te dijera adiós y tan solo te
marchaste!
¿Acaso era imposible que cohabitaran en tu cuerpo el
dolor y tu alma?
Te convertiste en tiempo, en melodía, en sueño de
estrellas.
Te convertiste en leyenda, en esas estrellas que sueñan
con ser tú.
Y tú sin saber que eres un ser, de gran valor.
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