Querida presencia amiga, tú que me lees o me observas (según
la ocasión).
¿Crees que pueda haber vuelo sin cielo, estrellas sin
sueños, o un corazón estéril para amar?
Creo recordar que una vez dijimos que las limitaciones
vienen a nosotros por aquello en lo que dejamos de creer. La ambigüedad de los
sentimientos nos tornan en vanas sombras, a penas un triste reflejo de lo que
una vez fuimos.
Necesitamos continuar avanzando, sin saber a donde, o cómo
llegar.
Entre tormentas eléctricas que convierten nuestras
percepciones en un puñado de cenizas.
Fueron (lo confieso con dolor) vomitivas las horas que adelantamos
en compañía de asesinos de almas. Esos que por no notarse la sangre en sus
manos se confiesan inocentes. No han notado (pobres seres) que en el infierno
todo los acusa y se creen afortunados por cruzar ese río sin pagar su deuda.
Parten sin saber, que aquí, tarde o temprano, todo se paga.
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