Nuevamente te digo a ti, presencia que me observa,
o me lee (según la ocasión), que estamos siendo arrastrados por una corriente tempestuosa,
llevados a lugares inhóspitos, inseguros e inmensamente solitarios.
Nos sabemos como parte de un sueño que se
estremece al tacto de la soledad. Solemos mecernos en las olas que abrazan
nuestros cuerpos y fingen colmarlos de calor. Comprender la debilidad del alma
lleva siglos. Y hallar esa parte de ti mismo, puede ser una tarea imposible de
llevar a cabo. Sabemos; mi presencia amiga, que puede haber dos cuerpos ocupados por una misma alma. Un alma que está dividida desde antaño en dos masas corpóreas,
inseguras, inestables, doloso ser que entre las sombras habita.
El hipnotizante
estrepitar de las llamas danzando en la hoguera de la soledad, no alejan los
sentimientos de vacío que ocupan el centro de nuestro interior. Estas navegando
a oscuras, en medio del frío, sin guía ni brújula. Viendo como mi mano se
sumerge en el río del olvido y acaricia dulcemente a la nada.
Eres mi otro yo y en mí está tu otro tú. Eres el viento que roba mis
besos y yo los rayos de sol que acarician fugazmente tu frente altiva, mientras
finges no verme, no sentirme.
Y yo, finjo no saber de ti.
Y yo, finjo no saber de ti.
BELLEZA...
ResponderEliminargracias....
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ResponderEliminargracias...
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